lunes, 20 de octubre de 2008

CUIDADO CON LOS VALORES. D. Innerarity. Comentario

Interesante el debate sobre la utilización permanente de los valores morales como sustituto del debate público. En esa permanente llamada a la moralización de la vida pública hay cierta intención en manipular los sentimientos y las emociones y sustituir la deliberación por la reacción.

Entiendo que en las sociedades contemporáneas uno de los problemas es la aceleración de los cambios económicos y tecnológicos frente a la lentitud de la política y el derecho, y esto hace que sean tiempos propicios para la confusión y la inseguridad. La tendencia puede ser refugiarse en los valores absolutos y en los comportamientos gregarios, en el descuido del yo, y en ese ambiente la discrepancia intelectual y las actitudes reflexivas quedan silenciadas.

La democracia, según Alain Touraine es el régimen que reconoce a los individuos y a las colectividades como sujetos, es decir que los protege y anima a vivir su vida, pero la liberación del individuo tendrá que estar sujeta a los Derechos Humanos. En el estado democrático reposa la obligación de hacer efectivo el respeto a los Derechos Humanos. La sociedad democrática es el espacio por excelencia de la libertad y, por otro lado, para la democracia la paz no es ausencia de conflicto, sino el resultado de una sociedad capaz de aceptar reglas para dirimir conflictos sin eliminar al otro. El instrumento más poderoso que tiene la democracia para dirimir los conflictos y situaciones complejas es la deliberación.

En la democracia lo público se construye desde la sociedad civil. Lo público es aquello que concierne a todos, requiere pasar del lenguaje privado al lenguaje colectivo, de los bienes privados a los colectivos.

Este debería ser el marco del debate y la reflexión y dentro de él cabría toda deliberación. Pero el debate de los valores sin marco, sin concreción, es un debate cuanto menos confuso, poco esclarecedor y muchas veces manipulador.

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