Con extraordinaria belleza se nos muestra una nueva frontera, la amenaza o el desapego de los jóvenes estudiantes usuarios y expertos en las nuevas tecnologías, con los mayores y en especial con sus profesores, que siguen necesitando en su frontera de la adolescencia ser enseñados, gritan ayuda a sus profesores especialmente que pueden querer seguir utilizando tecnologías de otras épocas en franca contradicción con la realidad de éstos jóvenes de doce años.
En el fondo el conocimiento y la técnica de comunicación no tiene porque ser contradictoria con los objetivos y valores educativos, que necesitan ser enseñados; a pensar a crear a distinguir y comprometerse como educadores con ellos, necesitan ser guiados en su misma lengua, aceptando que la realidad de ellos es otra, determinada en parte por sus circunstancias que les condicionan y se encuentran en la nueva tecnología que conocen.
El reto para los educadores es evidente y el grito se hace llegar a la comunidad educativa que debe aceptar el guante y prestarse a en sus mismos términos y medios a ayudar a los adolescentes y conducirles sin riesgos en el camino del aprendizaje como ciudadanos libres, conscientes y críticos con su nuevo entorno, desde su mismo lenguaje comunicativo, el de los jóvenes es la nueva responsabilidad orientadora de las tareas de la comunidad educativa en los albores del siglo XXI.
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